Resumen
En enero de 2021, el Consejo del Distrito de San Xavier de la Nación Tohono O’odham aprobó por unanimidad una resolución en la que se reconocía la personalidad jurídica del Ha:san (cactus saguaro) afirmando que «existe abundante documentación histórica de que los Tohono O’odham (Gente del Desierto) y sus tribus hermanas de O’odham, consideran a los Ha:san, (Saguaros) como uno de sus parientes con herencia humana» y que «en esencia, hace mucho tiempo reconocieron a los cactus saguaro como una «personalidad» (1). A continuación, otros distritos de la Nación Tohono O’odham aprobaron resoluciones similares.
El 4 de mayo de 2021, el Consejo Legislativo nacional Tohono O’odham hizo lo propio y aprobó por unanimidad la resolución nº. 21-137 «Reconocimiento y protección del sagrado Ha:san». En la resolución, el Consejo reconoce que «los pueblos indígenas han esgrimido el argumento convincente de que los árboles, la fauna, los ríos y las montañas son sagrados y que se les debe conceder la «personalidad» y los derechos legales asociados a ella», y que «las tribus Tohono O’odham y O’odham hermanas tienen al Ha:san en la más alta consideración y lo consideran como una persona O’odham» y parientes (1). También expresa que «el Ha:san es una parte integral del himdag» (o «forma de vida») de los O’odham y nunca debe ser dañado o irrespetado (1).
La resolución se produjo en medio de una batalla en curso entre la Nación Tohono O’odham y la construcción del muro fronterizo entre Estados Unidos y México en las tierras ancestrales de los Tohono O’odham. La resolución condena la destrucción y el daño al sagrado Ha:san durante la construcción del muro fronterizo de Estados Unidos y durante otros proyectos del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos en tierras tribales y federales que no están reconocidas por el gobierno de Estados Unidos, pero que son tierras aborígenes de los O’odham (2). El Consejo hace un llamamiento a todas las entidades para que reviertan la destrucción del Ha:san sagrado y comiencen a «curar las heridas culturales, espirituales y ecológicas» (2-3).