Resumen
El 11 de enero de 2017, la Ciudad de México (antiguo distrito federal) -capital y ciudad más grande de México- adoptó el lenguaje de los Derechos de la Naturaleza en su nueva constitución. En 2016, las reformas políticas hicieron que la Ciudad de México dejara de ser el Distrito Federal (o México D.F.) y se convirtiera oficialmente en Ciudad de México (o CDMX). Esto significó que la ciudad se convirtió en una entidad comparable a los 31 estados de México – sin embargo, una cláusula de la Constitución de México, impide que se convierta en un estado real dentro de la federación mexicana, mientras siga siendo la capital del país. Los estados de México son autónomos en todo lo concerniente a sus asuntos internos, y cada estado tiene su propio congreso y constitución. Este cambio permitió a la Ciudad de México un mayor grado de autonomía y la capacidad de crear la primera Constitución de su historia.
Con la redacción de su primera Constitución, la Ciudad de México tuvo la oportunidad de explorar formas innovadoras de hacer crowdsourcing de este documento histórico. La nueva Constitución se elaboró mediante un amplio proceso de participación pública. El alcalde de la Ciudad de México optó por establecer un grupo de redacción diverso, no partidista y con equilibrio de género, formado por 28 representantes ciudadanos reconocidos por sus diversas funciones académicas, políticas, culturales y sociales en toda la ciudad, encargado de idear un proceso de redacción constitucional y de preparar un primer borrador.
La nueva Constitución afirma que «el derecho a la preservación y protección de la naturaleza será garantizado por las autoridades de la Ciudad de México» y exige que «se expedirá una ley secundaria que reconozca y regule la protección más amplia de los derechos de la naturaleza conformada por todos sus ecosistemas y especies como un ente colectivo sujeto de derechos.» El efecto será que los ciudadanos de la Ciudad de México podrán hacer valer los derechos fundamentales en nombre de la naturaleza. La Constitución también prevé el reconocimiento de las relaciones ontológicas de las comunidades con respecto a la naturaleza.