Resumen
En 1988, por primera vez, las «focas del Mar del Norte» demandaron a la República Federal de Alemania ante el tribunal administrativo de Hamburgo por permitir a empresas comerciales verter o quemar residuos en alta mar. La «necesidad existencial de sobrevivir» de las focas fue el punto de partida de la demanda: al tratarse «de la existencia continuada de toda una especie animal» -casi el 80% de la población de focas de Schleswig-Holstein ya se ha extinguido-, también se ve afectado «el sustento de las personas».
Al descubrir focas muertas en el Mar del Norte, un grupo de estudiantes de Hamburgo exigió al ministro de Medio Ambiente de Bonn, Klaus Töpfer (CDU), que tomara medidas para defender a las focas del Mar del Norte de la contaminación causada por el vertido de residuos tóxicos de empresas y navieras. Las grandes empresas queman y vierten cada año más de 300.000 toneladas de residuos químicos. Las focas se encuentran entre los mamíferos marinos más contaminados por PCB tóxicos del mundo. Los estudiantes escribieron al ministro: «el mar está enviando un SOS» y «las focas, al fin y al cabo, no pueden defenderse».
El 22 de septiembre de 1988, el juez del tribunal administrativo de Hamburgo desestimó el caso porque Focas del Mar del Norte carecía de legitimación activa. En el ordenamiento jurídico alemán «sólo las personas físicas [people] pueden participar» en los tribunales de justicia. La sentencia afirma que «El animal sigue siendo, por tanto, una cosa en el sentido del derecho civil y administrativo; no está elevado de algún modo a la personalidad jurídica». Como animales salvajes, las focas tampoco «están sujetas al ordenamiento jurídico de la República Federal de Alemania» porque viven en el «mar costero o fuera de las fronteras soberanas.»